Mercedes arrastra ya una larga tradición en lo que a deportivos descapotables se refiere. No en vano, la gama nunca había sido tan amplia. El Mercedes-AMG GT Roadster es el último en llegar, con un puñado de novedades bajo el brazo que el fabricante quiso demostrarnos en tierras de Arizona, Estados Unidos. Lo ponemos a prueba y disfrutamos de él a cielo descubierto.
Mercedes AMG GT C Roadster: fotos
[fotos id=”69440″]Mercedes AMG GT C Roadster: techo de lona
La principal novedad, a simple vista, del Mercedes-AMG GT Roadster , es su techo de lona, que deja atrás el estilo coupé del anterior e imprime un sello más exótico si cabe. Sobre todo cuando retiramos la cubierta, asemejándose su silueta a un roadster clásico de la marca.
El alargado capó fabricado en magnesio descarga de peso y frontal cargado de pasión, estrenando ahora una nueva parrilla denominada Panamericana que reduce la altura visual y ensancha el conjunto. Además, las tomas de aire inferiores reciben unas láminas que se abren o cierran según las necesidades aerodinámicas y de refrigeración.
La zaga mantiene el mismo aspecto, más bruto en realidad. Te hablo del GT C Roadster, la nueva versión de altas prestaciones que aumenta el ancho de las aletas en 57 mm, generando una trasera más ancha que Mercedes ha cubierto con nuevas tomas de aire.
El techo, no obstante, es lo más llamativo, una capota de lona que tarda 11 segundos en plegarse y desplegarse a una velocidad de hasta 50 km/h. Se trata de una capota de tres capas que aísla mejor el habitáculo del ruido y de la temperatura, resultado que bien pudimos comprobar en marcha, obteniendo un deportivo cómodo previsto para largas distancias, como las que recorrimos por territorio americano.
Mercedes AMG GT C Roadster, pensado para ir abierto
Descapotar significa dar luz a un habitáculo soberbio, tanto por calidad como por diseño, empezando por la consola central, de gran tamaño y con una disposición de botones que recuerda a los 8 cilindros de los que dispone su único motor. A su vez, aires clásicos extraídos de sus aireadores o de su cuadro de instrumentos.
Los asientos AMG Performance, instalados en nuestra unidad, le otorgan el toque deportivo justo, un opcional que, en mi opinión, es obligatoria. No solo por estética, sino porque agarran el cuerpo con solvencia, no resultan excesivamente duros y, por primera vez, permiten el montaje del sistema AIRSCARF, que dirige una corriente de aire caliente a cuello y nuca de los ocupantes.
Mercedes AMG GT C Roadster: descapotable y radical
El Mercedes-AMG GT C Roadster es una nueva versión de altas prestaciones del propio deportivo, curiosamente situada entre el S y el GT R. En todo caso, el protagonismo se lo lleva el descapotable, puesto que el AMG GT C Coupé solo se acompaña de la edición limitada Edition 50, conmemorando los 50 años de AMG.
Las novedades del C frente a un AMG GT convencional se central, curiosamente, en la dinámica, pues estéticamente solo difieren en las aletas traseras más anchas con tomas de aire posteriores. Y es que con una larga lista de novedades mecánicas ya es más que suficiente.
Arranco y rápidamente reconozco ese bramido profundo del escape AMG Performance de serie en este modelo, un sistema de válvulas variables que modifica el sonido según el modo de conducción seleccionado. Una vez en marcha, recorriendo los primeros kilómetros (millas en este caso), demuestra sus dos caras, tímido cuando la demanda no es notable.
Las interminables y rectas carreteras de Arizona, muy limitadas en velocidad, sacan a relucir el carácter rutero del AMG. A pesar de su aspecto intimidante nos cuida cuando se da la ocasión, mereciendo mención especial el trabajo de puesta a punto de las suspensiones.
La rigidez de la carrocería no se ha visto mermada en exceso, lo que permite un funcionamiento de las mismas exquisito. No resultan secas, filtran bien las irregularidades y, a la vez, eliminan cualquier atisbo de balanceo. El C, por su parte, introduce de serie el AMG Ride Control, que modifica su funcionamiento según el modo de funcionamiento seleccionado. En la práctica las diferencias no son tan palpables.
Probablemente el modo RACE, también exclusivo del Mercedes-AMG GT C Roadster, sea el más sensible a los cambios paramétricos del coche, transformándolo en una máquina de circuitos donde la electrónica entra más tarde y deja al piloto mayor control.
En carretera abierta merece más la pena rodar en modo Confort, a menos que llegues a una zonas de curvas donde la diversión impere. Es mi caso, atravesando un puerto de montaña de curvas primero abiertas y de alta velocidad, donde el AMG GT demuestra su estabilidad y aplomo, además de un límite de agarre muy alto.
Más tarde, en una zona más revirada, salen a relucir las bondades del eje trasero direccional, heredado directamente del GT R y de serie en el C. Ayuda a redondear las curvas girando las traseras en sentido inverso a las delanteras, aunque su funcionamiento en sumamente suave. En definitiva, su peso de más de 1.500 kilos queda en parte aliviado gracias a una dirección con un guiado ejemplar.
Sigue la sucesión de curvas y noto un cambio de doble embrague y siete relaciones muy rápido y reactivo, todavía más cuando ajusto el modo Sport+ y selecciono el engranaje manual mediante las levas tras el volante.
Freno apoyado en unos discos carbocerámicos que ofrecen un agresivo mordiente, un toque a la leva izquierda y me acompaña un sonoro petardeo que me obliga a reducir otro par de marchas. El sonido hasta el momento no ha conseguido cautivarme. Es bruto, pero pareciera que alguien le hubiera dicho en algún momento vulnerable de su vida que se callara, que no hacía bien el gritar a los cuatro vientos su poderío.
Hablo del motor V8 de 4 litros que se aloja bajo el alargado capó delantero, un bloque biturbo que en esta iteración desarrolla 557 CV de potencia. Se sitúa como un escalón intermedio entre el AMG GT convencional, de 476 CV, y el GT R, de 585 CV, aunque este último no está disponible con carrocería descapotable.
Empuja con fuerza desde las primeras revoluciones, con una curva muy plana de par que se traduce en una usabilidad casi ilimitada. La respuesta del biturbo a la demanda de potencia es casi inmediata, enviando todo su poderío solo a las ruedas traseras.
Esto permite jugar en curvas, aunque el diferencial autoblocante mecánico de control electrónico, también exclusivo de esta versión C, se encarga de poner límites, ofreciendo grandes niveles de agarre. Si preferimos “ir de lado”, el par de 680 Nm se encarga de sacarle los colores a los neumáticos de 305 de sección montados sobre llantas de 20 pulgadas.
Mercedes-AMG GT C Roadster: exclusivo
El Mercedes-AMG GT Roadster parte en España de 159.200 €, un precio significativamente mayor que la variante cerrada de acceso. Exclusiva es la versión C, que parte de 190.750 €, casi a precio de GT R.
Como curiosidad, el Mercedes-AMG GT C Coupé no se ofrece en España salvo en edición limitada Edition 50, una oda a la historia AMG en lo que a deportivos descapotables se refiere. ¿Su precio? 197.000 €.
Ahora solo queda una cuestión, ¿eres de coupé o de descapotable?