Repasamos el garaje de Elvis Presley en su faceta de apasionado del mundo del motor.
Para muchos es el Rey del Rock, otros creen que es la mejor voz de siempre. Criticado en su momento por sus movimientos de cintura en sus bailes y por su nivel de vida y ostentaciones, Elvis Presley nos abandonó el 16 de agosto de 1977 y aún se siguen contando por millones sus seguidores y por cientos los concursos de imitación que cada año se hacen a lo largo y ancho de planeta. Sin embargo, nosotros solo nos podemos fijar en su colección de coches, una de sus grandes pasiones.
Lincoln Zephyr
El primer coche que tuvo y que recibió como regalo de su padre. Se trata de un modelo de lujo para el mercado estadounidense aunque cuando lo recibió ya tenía una década de vida. Según dicen en algunos mentideros, le dio muchos problemas y se le vio empujándolo en demasiadas ocasiones para poder llegar a su destino. Eso sí, fue el coche que llevó a sus primeros conciertos.
Cadillac Fleetwood Series 60
Con sus primeros ingresos se compró un Cadillac Fleetwood Serie 60 que le duró apenas tres meses. Un problema con los frenos hizo que cogieran demasiada temperatura… y el coche saliera ardiendo. Elvis, enamorado de este coche (sería uno de los iconos que le acompañarían el resto de su vida) se compró otro igual y lo pintó en rosa, un tono que denominó ‘Elvis Rosa’. Finalmente se lo regaló a su madre quien no lo condujo nunca al carecer de permiso de conducir.
Cadillac Fleetwood Limousine Series 75
Se lo compró para la gira que inició en marzo de 1956 aunque antes de comenzar le hizo algunas modificaciones: era azul y lo pintó de amarillo. También lo utilizó como coche de mudanza cuando un año después se mudó a ‘Graceland’ motivo por el cual el coche quedó bastante dañado. Aunque lo lavó a conciencia y reparó los desperfectos (en la mudanza se llevó algunos animales) pronto se cansó de él y decidió venderlo.
Cadillac Eldorado
Un coche que compró el 2 de junio de 1956 y que le costó 10.000 dólares. Era blanco con el interior negro, aunque también lo cambió de color para que luciera un tono violeta. Sus iniciales, con una guitarra y unas notas musicales, se podían ver en varios puntos de su habitáculo. Le duró un año.
BMW 507
Tuvo que hacer el servicio militar en Alemania y aquí quedó enamorado de la industria europea, especialmente de los modelos más deportivos. Ya era un cantante de fama internacional y con una buena fortuna en el banco. Así, se decidió a comprarse un BMW 507. O eso pensaba él. El contrato estaba en alemán y no entendió nada de lo que firmaba. En realidad lo había alquilado por el tiempo que estuviera en Alemania. A su vuelta a Estados Unidos no tardó en comprarse una de las primeras unidades de este BMW 507 que llegaron a América.
Messershmitt KR200
Una rareza del mundo de la automoción, y una rareza en el garaje de Elvis Presley. De hecho, se dice que lo compró de visita en un mercado de novedades porque le hizo mucha gracia cómo era y cómo funcionaba. De tamaño muy reducido, puede acoger a dos personas y parece un coche de juguete aunque puede circular por carretera abierta gracias a un motor de 191 cm3.
Lincoln Continental Mark 5
Un coche en el que el propio Elvis participó activamente en su desarrollo. Contaba con numerosos detalles que lo hacían muy especial, sobre todo porque buena parte de ellos estaban destinados a aumentar la privacidad de las plazas traseras. Lo recibió en 1959 y a los cinco años se lo entregó a Alan Fortas, miembro de su grupo de acompañamiento denominado ‘Memphis Mafia’.
Rolls-Royce Phantom V
Se lo compró en Beverly Hills a la vuelta de su servicio militar y tras firmar un contrato de cinco años con Hal Wallis, importante productor de cine el cual estaría detrás de la mayoría de las películas del propio Elvis (también de Casablanca). No fue su único Rolls-Royce.
Cadillac Fleetwood Limousine Series 75
Nueva limusina en su garaje y nueva locura del Rey del Rock. En total se gastó más de 100.000 dólares entre la compra y la personalización. Y hablamos del año 1960. Si esta limusina había agradado la lista de deseos de cualquier conductor estadounidenses, a Elvis no le parecía suficiente. Le añadió un sinfín de gadget y detalles que lo hacían único y algo estrafalario. Instaló en su interior un frigorífico, televisión, reproductor de música, teléfono… y muchos de estos aparatos estaban bañados en oro. En el exterior más de lo mismo, con innumerables detalles bañados en oro. El coche terminó en el Salón de la Fama de la Asociación de la Música de Nashville.
Ford Thunderbird
Un deportivo rojo con el interior en negro que compró ante la insistencia del vendedor del concesionario de Ford que había sido vecino suyo cuando fueron pequeños. Esa amistad hizo que Elvis Presley se acercara al concesionario para ver el vehículo del que tanto le había hablado. En cuento lo vio, quedó maravillado. Pagó el dinero en el momento y dejó atrás el Cadillac en el que había llegado.
Sin embargo, diversos problemas de fabricación le hicieron replantearse su compra. Llamó a la sede de Ford para hablar con el presidente de la Ford Motor Company, Edsel Ford, y, tras un intercambio de acusaciones, este le pidió al Rey del Rock que devolviera el coche en el vendedor más cercano y que le fuera restituido su dinero.
Mercedes-Benz 600
Amante de las limusinas, también se hizo con este modelo de seis puertas y siete asientos para que pudiera viajar toda la familia. Hablamos de 1970 y entonces los monovolúmenes y los furgones con asientos aún no existían.
Ford Mustang
Su pasión por el motor no pudo escapar de la fiebre por el Ford Mustang. Todo el mundo tenía uno, y él no podía ser menos. Se lo compró con acabado Hardtop aunque no lo mantuvo demasiado tiempo. Se cansó pronto y se lo regaló a su cuñado.
Stutz Blackhawks
Elvis impulsó el intento de renacimiento de esta marca que había desaparecido en 1935. No dudó en aparecer en multitud de ocasiones junto a su logo e incluso se llevó a casa el segundo prototipo que fabricaron, de estilo retro y con mucho lujo interior. Sin embargo, sufrió un accidente en el que quedó seriamente dañado. Se reparó y se le intentó dejar en el estado original para lo que hubo que fabricar muchas piezas a mano.
De Tomaso Pantera
A pesar de que no había tenido una buena experiencia con un deportivo de Ford tiempo atrás, se decidió a comprar un De Tomaso Pantera, uno de los modelos llamados a destronar al Chevrolet Corvette y que había surgido de la extraña alianza entre el italoargentino Alejandro De Tomaso y Ford (esta pondría el desarrollo de la mecánica y la puesta a punto). Y volvió a repetir decepción, o eso dice la leyenda.
Lo utilizaba con frecuencia hasta que un día, de regreso a Memphis, le dejó tirado. Viajaba con su novia con la que estaba enfrascado en una discusión. La tensión de una cosa se sumó a la otra y terminó disparando al coche, tres tiros que aún se conservan. El coche se puede ver en el museo Petersen Automotive de Los Angeles.
Ferrari Dino 308 GT4
Caso curioso este pues acostumbrado a la máxima ostentación se decidió por un modelo de la firma italiana pero de la línea Dino, que tenían motores V8 y no V12 como los Ferrari pata negra. Además, se lo compró ¡¡de segunda mano!! Apenas lo utilizaba pues lo adquirió solo tres años antes de su muerte cuando ya sufría serios problemas de movilidad a causa de su exceso de peso.
Cadillac Seville
El último Cadillac que compró poco antes de su fatal fallecimiento en 1977 y, según relatan algunas informaciones de la época, le gustaba mucho por su comodidad y facilidad de conducir. Atrás quedaban ya los coches de exageradas proporciones, duros y llenos de gadget. En el momento en el que lo compró, Elvis solo quería un coche que le llevara de un sitio a otro de una forma cómoda y sencilla, sin grandes alharacas. Y lo encontró en este modelo de clase media.