No dudamos en que esta temeridad le saldrá cara.
No está la situación como para no hacer caso a la policía, sobre todo en nuestro país. Pero no sólo en España, sino en el resto del mundo. Ni siquiera vale que tengas un supercoche para poder escapar de ellos. Porque, por mucho que corra, acabarán atrapándote tarde o temprano.
No pensó lo mismo el protagonista de este vídeo, que parece sacado de una película de acción. Ocurrió en Estados Unidos. La policía da el alto a su Lamborghini Huracán de color blanco y le pide, a través de la megafonía del coche partrulla, que salga del vehículo.
De huida, tras hacer un trompo
La acción está grabada por un videoaficionado desde un edificio cercano. A los pocos segundos de dar la orden, el superdeportivo, de 640 CV de potencia y una aceleración de 2,9 segundos de 0 a 100 km/h, arranca con fuerza haciendo un trompo y comienza a rodear el coche policial, burlándose de los agentes.
Una vez acabado el ‘donut’, el conductor abre gas y sale pitando del lugar, un parking público, para dirigirse a la carretera. El coche de policía reacciona e intenta ir tras él, pero no puede competir con el poder de aceleración del Huracán. Otro coche patrulla se aproxima en dirección contraria al infractor para intentar bloquearlo, pero el Lamborghini lo sortea y escapa finalmente.
Provocación que saldrá cara
No dudamos en que los agentes habrán tomado ya los datos de la matrícula de este “valiente” conductor y que habrá sido retenido en otro lugar. Además de un posible delito de conducción temeraria, el infractor podría también enfrentarse a un delito de desobediencia o resistencia a la autoridad, castigado con penas de cárcel en los Estados Unidos.
En España, este tipo de actitudes también están consideradas como delito y tipificadas en el artículo 550 del Código Penal (delito de desobediencia). Acarrea penas de seis meses a un año de prisión y multa de 6 a 18 meses. Además, este delito puede ir aparejado al de conducción temeraria por salir del lugar derrapando o poniendo en riesgo a los agente o al resto de conductores. En este caso, la pena oscila entre seis meses y dos años de cárcel, además de la retirada del carné de conducir de uno a seis años.