El alto nivel de seguridad de la Fórmula 1 logra que los pilotos apenas sufran secuelas tras una vuelta de campana.
Aunque visto desde el sofá de casa parezca fácil, no lo es. Los pilotos de Fórmula 1 buscan el límite de unas máquinas bien nutridas de caballos, a velocidades a las que pocos han podido circular y con una aerodinámica muy delicada. Muchas curvas solo permiten una única trazada y es justo ahí donde los pilotos tienen que buscar el adelantamiento. Así, no es extraño que, a altas velocidades, se produzcan accidentes, golpes que terminan con pequeños desperfectos en los vehículos o con los protagonistas fuera del asfalto. Más raro, espectacular y peligroso son las vueltas de campana.
La dirección de la Fórmula 1 ha creado un listado de las diez vueltas de campana más espectaculares de la historia de la competición (en realidad las más recientes que concluyeron sin víctimas mortales), por lo que encontramos percances de las cuatro últimas décadas, todas con final feliz por incomprensible que pueda parecer.
Fernando Alonso, en el número 1
Nadie escapa a un accidente de este tipo. Uno podría pensar que los protagonistas serán pilotos novatos, los que suelen quedar al fondo de la clasificación o con los coches con menor presupuesto.
Nada más lejos de la realidad. Aquí se pueden ver pilotos de toda clase, que acumulan numerosas victorias en Grandes Premios de Fórmula 1 e incluso títulos de campeón. Y en el número uno, como la vuelta de campana más espectacular de siempre encontramos a Fernando Alonso.
Fue en el Gran Premio de Australia de 2016 cuando al ir a adelantar al mexicano Esteban Gutiérrez (Haas) este frenó antes de lo esperado y el choque entre ruedas hizo que el español saliera catapultado dando vueltas en el aire antes de tocar la tierra donde continuó girando.
Demostración de seguridad
Y, aunque cueste creerlo, son estos accidentes los que demuestran los altos niveles de seguridad de los que goza la Fórmula 1, la evolución de estos con el paso de los años y cómo se mantiene intacto el habitáculo (cockpit) en el que van alojados los pilotos. Además, estos accidentes han ayudado a mejorar la posición de los espectadores y del personal que interviene en la carrera. Atención a cómo sale despavorida la gente en el accidente de Patrick Tombay en el GP de Mónaco de 1986.
En resumidas cuentas, la mayoría apenas sufren rasguños físicos, salen por su propio pie, tan solo algún mareo o dolor muscular. Eso sí, dejan unas imágenes espectaculares dignas de ver en slow motion.