Un reto surrealista que se grabó para hacerse viral en las redes sociales.
El mundo del motor es una fuente inagotable de anécdotas, memes y espectáculo en las redes sociales. Creíamos que lo habíamos visto todo ya, pero lo de bucear en un coche como si de una piscina se tratase ha superado el listón. Todo forma parte del mismo modus operandi: youtubers, amantes de los coches y con ganas de llamar la atención.
No dudamos en que consiguieron su objetivo, hacerse mundialmente famosos con esta locura. Pero el precio a pagar por salir así a la carretera les ha costado bastante caro. Michael Alexander Phillippou es uno de los youtubers más famosos de Australia. Junto a su hermano gemelo, perpetraron el vídeo que los ha catapultado a la fama. Desde hace meses prepararon su coche para llenarlo de agua y convertirlo en una piscina. Y además se atrevieron a conducirlo por las calles de su ciudad.
Remedio para combatir el calor
Como ya sabéis, el verano en Australia es bastante sofocante y Michael y sus amigos estaban hartos de sudar dentro de su Ford cada vez que se movían en coche. Por eso, ni cortos ni perezosos, lo llevaron a un taller mecánico para hacer un habitáculo estanco y convertirlo en una piscina. La parte electrónica se trasladó fuera del interior, incluido el cuadro de instrumentos, que se emplazó en la parte externa del capó.
Además, abrieron un hueco en el techo como entrada, se retiraron asientos y se reforzó con metal el suelo y los paneles de las puertas, para evitar fugas de agua. Lo más curioso es que cambiaron el botón de arranque del coche y lo situaron en un lateral, para evitar cualquier contacto de la electricidad con el agua. Llegó entonces el momento de enchufar la manguera e introducirse con unas gafas de bucear en el vehículo. El resto de la historia mejor verla en vídeo.
Se enfrentan a dos años de cárcel
La policía de tráfico de Adelaida no dudó en actuar una vez se publicó en el vídeo. Detuvo a Michael acusado de conducción temeraria, conducir sin carné y no llevar puesto el cinturón de seguridad. El joven youtuber podría enfrentarse a dos años de cárcel por todos estos delitos contra la seguridad del tráfico.
El final del vídeo tampoco tiene desperdicio. Una vez Michael y su hermano mostraron a sus vecinos su descabellado ‘tuning’ decidieron acabar con él a base de martillazos.