Es la gran solución para lograr que la nieve no cuaje en las carreteras, pero también puede provocar importantes daños en nuestro coche.
Con un manto blanco decorando la mitad de nuestro país, tras el fenómeno Filomena, la sal y la salmuera se postulan como la mejor manera de derretir la nieve y el hielo en nuestras carreteras parar permitir que los coches continúen circulando por nuestras carreteras. Sin embargo, esta tiene un efecto muy nocivo sobre nuestros coches.
El agua salada, al entrar en contacto con la carrocería del coche, puede convertirse en un agente corrosivo. Los elementos del coche más expuestos y visibles son la pintura y la misma carrocería, sin olvidarnos de los desperfectos que puede producir sobre las llantas, las pinzas de freno, los discos o los amortiguadores.
Otros elementos son menos visibles, y que están igual de expuestos o más que los anteriores, son los que se encuentran en los bajos del coche. Hablamos de piezas como el sistema de escape, los cables de la electrónica, latiguillos y tubos, bomba del depósito del limpiaparabrisas, radiador, cárter y, sobre todo, el chasis donde la sal puede adherirse y provocar corrosión.
Una exposición prolongada a la corrosión de la sal podría provocar desperfectos a largo plazo como la oxidación. Y desperfectos en la pintura, carrocería y piezas metálicas de los componentes citados. Reduce la vida útil de nuestro coche y no solo por los desperfectos que pueda provocar o el aumento de número de visitas al taller que nos pueda provocar sino que porque puede dañar paneles y anclajes que no se puedan soldar o sustituir.
Cómo evitar la corrosión de la sal en el coche
Lo más obvio es evitar pasar por zonas colmadas de sal, ya sea seca (a veces se echa ante una previsión de nevada o helada para evitar el colapso que provocan) o, peor aún, mezclada con agua. Hay que tener mucho cuidado de circular detrás de un camión que esparce sal en la carretera pues a los peligros que ya hemos indicado que produce la sal en la estructura del vehículo también dificultará la visión pues se adhiere a la luna y ni siquiera los limpiaparabrisas podrán retirarla dejando así destellos en el parabrisas.
Además, los días posteriores a esparcir esta nieve, la calzada se convierte en un lodazal, una especie de barrillo que también puede conllevar pérdida de tracción de nuestros neumáticos. Si resulta ineludible circular por calzadas o calles por donde se ha esparcido sal, lo más recomendable es lavar y secar tan pronto como sea posible el coche. Presta especial atención a las zonas o piezas sensibles, referidas anteriormente. Y mejor hacerlo con una pistola de agua que con en un túnel de lavado.
Y, para prevenir el efecto de esta sal, recomendamos el uso de ceras, aplicadas con anterioridad a la adhesión de la sal, para proteger la pintura, la carrocería y algunas zonas del chasis. Por eso, entre los cambios de estaciones del año, la aplicación de una capa protectora ayudará a mitigar los efectos de esa sal que vamos a encontrar en invierno. No debemos esperar a que llegue la nieve para salvar nuestro coche de los efectos de la sal en la carretera. Si queremos que nuestro coche nos acompañe muchos años, hay que ser previsores.